jueves, 16 de septiembre de 2010

DOMÉSTICA

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mira gestorum

sturm und drang

cuatro de cuatro

Fenómenos Lunares Transitorios

 

… la postura plásticamente conclusa de su cuerpo,

 sin ver la expresión de dolor de su propio rostro,

ni el luminoso azul del cielo sobre cuyo fondo

 se dibuja… su adolorida imagen externa.

 Mijail Bajtin

 

 

Fenómenos lunares transitorios nos presenta una reflexión-poética de lo que Merleau-Ponty anuncia como encontrarse fuera y dentro de sí, ese estado paradójico en el que nuestra exterioridad se asume como experiencia de tiempo, que a su vez es apertura para los demás. Así, Amaranta Sánchez sugiere experimentar, desde varios ángulos, la apertura a lo originario y para ello ejemplifica con tres fenómenos.

 

Fenómeno 1: El cielo

¿Por qué contemplar el cielo? Acaso nos permite dimensionar la grandeza de lo ajeno, aquello que se ha resistido a ser tocado por lo humano. O quizá porque nos incita a creer en lo sublime, lo que escapa de toda explicación racional.

De manera premeditada Amaranta selecciona a este personaje, como guía, pero también con la intención de hacer visible lo invisible.

 

Fenómeno 2: El paisaje

Desde otro ángulo retoma el paisaje, pero con el interés de modificar lo estable y así intervenir el espacio real en un espacio onírico. De tal modo el paisaje muestra elementos constantes como la luz artificial, la imagen invertida, el pliegue repetitivo, el brote de nostalgia y el guiño de tempestad; los cuales se  manifiestan como componentes que rompen la estructura lógica para revelar que esto no es un paisaje, es ficción.

 

Fenómeno 3: La mirada

Amaranta genera un juego en el que se designa a ella misma como personaje omnipresente que interviene la escena. La relación entre el personaje observado, pasivo y la cámara como agente activo transformador hace referencia a la idea de ausencia en la presencia, ya que el aparato retrata una realidad intervenida, inventada.

¿Pero qué sucede cuando el personaje observado es el mismo que observa? En este sentido se abre un espacio lúdico entre la cámara y el sujeto, y se convierte en una autoreflexión: me miro a mí, pero surge un desdoblamiento, mi cuerpo me resulta ajeno. Aquí es donde acontece el reconocimiento, soy un otro, un extranjero para mí mismo. Por eso Amaranta recurre a su imagen tanto en sus referencias, como en la preocupación de desprenderse de sí, con el afán de ser Personaje-dios quien mira, contempla, interviene, pero también padece.

 

Fenómenos lunares transitorios nos recuerda la esencia poética de mantener apertura frente al mundo, así sorprendernos de aquello que nos parece tan cercano, tan obvio, pero que más bien manifiesta la grandeza de lo pequeño, dando lugar a lo simple como elemento originario, como manifestación vital.

 

“Lo originario, lo que nos es más próximo, lo más familiar, es también lo más extraño, porque lo hemos perdido de vista de tanto darlo por ya sabido y también porque al pretender analizarlo estalla en una multitud de direcciones…, situación que señala todo tipo de relación con la realidad como inevitable distancia que es también apertura.”[1]

 

Liliana Quintero



[1] María Dolores Illescas Nájera, “Algunas notas sobre el tiempo en la filosofía de Merleau Ponty” en González-Valerio, María Antonia, Herrerías, Guerra, Lucía, Tres miradas en torno al tiempo, Merleau Ponty, Gadamer y Ricoeur, uam, Conacit, México, 2004, p. 51